jueves, 18 de agosto de 2011

Unos zapatos baratos.

Quizás no entiendas mi historia si tu padre, madre, representante o responsable no es tacaño (agarrado/pichirre/miserable con el dinero, sinónimos vulgares de tacaño, pero aquí les va).







Todo comienza cuando después de otra semana más de trabajo, tenía el dinero suficiente para comprarme unas Converse nuevas. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero yo no veo que con amor y abrazos pueda pagar las deudas, un par de zapatos o mi envase de Nutella de la semana.

Como buen hijo, le pido a mi papá que me lleve al Sambil para comprar mis zapatos. Mi papá de mala gana accede a llevarme (Después dicen que ya no hablamos con ellos, que vivimos en nuestro mundo, que sólo por el interés y bla bla bla) y como buen padre, me intenta sacar conversación (Mientras tengo mis audífonos puestos, que rabia):

-Ajá ¿Y las novias?.
-*Quitándome el auricular izquierdo* ¿Ah?
-Que como están las novias.
-Ah... Bien.
-¿Y los estudios?.
-Bien.


-FIN DE LA CONVERSACIÓN-

Llegamos al Sambil y después de una hora buscando puesto en el estacionamiento, entramos a Tennis Shop:

Yo: ¿Cuánto cuesta estas Converse?.
Vendedor: 699 Bs.
Papá: ¡¿CUÁNTOS?!.
Yo: ¿Y si soy afiliado cuánto me salen las Converse?.
Vendedor: 599 Bs.
Papá: ¡¿CUÁNTOS?! ¡Nojoda! Será que a ese precio te ponen el webo grande y te rasca el dedo gordo del pie. Vámonos.
Yo: ¿A dónde?
Papá: A una tienda más barata.

Esto me huele a zapatos malos -Pensé-

Nos fuimos del Sambil y mi papá me llevo a una zapatería llamada Basurero. -Aquí de seguro traen los zapatos que nadie quiere, los zapatos María Pizzola y eso- Pensé.

-Papá, ni prendio' en llamas me voy a bajar.
-Pero hijo, si estos zapatos son buenos.
-¡Qué no dije!
-Estos coños 'e madre -murmuró-.

Y me llevó al Centro, conocido como Las Pulgas o Las Playitas en otros estados del país. Llegamos a una tienda de zapatería típicas de esas zonas.

Vendedor (Con acento andino): ¡uish! Buenas señor, ¿En qué le podemos servir?
Papá: Busco unos zapatos marca Converse (lo dijo como se escribe).
Vendedor: Esos se me acabaron, pero tengo unos parecidos. Ya se los busco.
Papá: Ve primo (con ese acento típico de los maracuchos), te voy a agradecer que sean buenos, bonitos y baratos, porque estos coñitos de madre joden todo lo que se ponen.
Vendedor: Si señor, no se preocupe.

El señor buscó los zapatos y ya yo sabía que me traería algo raro, ya que mi papá aplicó la ley de las tres B (bueno, bonito y barato). El vendedor trae aquella caja negra que decía "María Pizolla" y cuyo contenido no era de esa marca, sino otra marca llamada: "Esksherrs" (copia barata, y los zapatos más feos que ver a tu abuela desnuda) y mi papá procede a hacer su revisión:

Papá: ¡Verga! Estos si están buenos ¿Cuánto cuestan?
Vendedor: 250 Bs. Señor.
Papá:¡¿CUÁNTOS?!
Yo: Vergación papá, vámonos a la casa que no me voy a comprar nada.
Papá: Si hijo, ésto está muy caro.

Y así fue como me quedé en Crocs toda una tarde perdida, sin mis Converse y con el dinero en la cartera. Lo más triste de todo es que mi papá no iba a pagar, ya que el que tenía el dinero era yo...

La única moraleja: No le pidan favores a sus padres.

4 comentarios:

  1. Jajajajajajjaja Vergacion ¡Como me hiciste reír!. Si bueno ese es el martirio al que nos someten nuestros padres Pa' lante mrk!

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  2. Jajajá supongo que no soy el único con padres así. Gracias por leer mi blog, saludos.

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